Las conjuntivitis alérgicas suelen presentarse en la primavera, aunque pueden ser persistentes durante todo el año con picos estacionales de los síntomas.
El picor en los ojos es el síntoma más frecuente de la conjuntivitis alérgica. Un efecto que puede llegar con un enrojecimiento ocular leve e incluso, en algunos casos, con edema (una inflamación a causa de la acumulación de líquidos). La conjuntivitis alérgica puede aparecer acompañada de otras manifestaciones alérgicas no oculares: rinitis o asma. No es contagiosa, al contrario que las conjuntivitis de origen bacteriano o vírico. Se producen por la respuesta del sistema inmunitario a un agente externo que puede ser el polen, los ácaros del polvo o las proteínas que se encuentran en las células de la piel de los animales domésticos.
En general, en la consulta oftalmológica basamos el diagnóstico en una exploración básica con la lámpara de hendidura y no solemos necesitar otras pruebas.
Los tratamientos se basan en lavados frecuentes, lágrimas artificiales y colirios antihistamínicos o antiinflamatorios. Es importante una higiene adecuada del entorno del paciente y sus ropas. Y, sobre todo, evitar el rascado, ya que aumenta la sensación de picor, la duración de los síntomas y a la larga puede provocar lesiones en la córnea.
Ante cualquier sensación de picor o enrojecimiento, lo más aconsejable es acudir a la consulta oftalmológica: descartaremos otras patologías compatibles con estos síntomas y haremos una pauta de medidas preventivas personalizada.